jueves, 9 de febrero de 2012

Maestro y alumno

Hoy tengo ganas de hablar sobre algo en concreto. Varias veces he dejado caer algo relacionado con el tema, pero siempre me he quedado con ganas de escribir algún día esta entrada y explayarme, porque siento que este sentimiento así se lo merece. 
Este es un sentimiento en riesgo de extinción. Lamentablemente, poca gente lo conserva, y es una pena. Es el sentimiento que nace del vínculo y de la relación del maestro con el alumno. 
Pero no estoy hablando de cualquier profesor, no. Estoy hablando de un maestro. Un maestro que, más allá de proporcionarte conocimiento, te enseña a vivir. Llamadlo gurú o como queráis, pero yo lo llamaré simplemente maestro.
Monumento al maestro, junto a la Catedral de Palencia.

Cuando este personaje entra en tu vida, no puedes ni imaginarte la de cambios que se avecinan en tu interior. De pronto solo tienes ganas de aprender y beber todo lo que dice, empaparte de sabiduría y hacer que se sienta orgulloso de ti. De pronto nace un nuevo sentimiento, el de una admiración sin límites y un cariño inmenso, un cariño tan profundo que raya en el amor. Porque en realidad es eso; es solo otro tipo de amor, el amor a aquel que te enseña de verdad.
Es parecido a la relación entre un padre y un hijo. Sin embargo, siempre he sentido que la relación entre un maestro y su alumno es mucho más especial y mágica. 
Yo he tenido la suerte de experimentar esta sensación algunas veces, con diferentes maestros. Sin embargo, siempre han sido encuentros fortuitos y actualmente tengo ganas de que un personaje así vuelva a entrar en mi vida. Como suelen decir, "el maestro aparece cuando el alumno está preparado", y yo creo que dentro de poco lo estaré. Tengo muchísimas ganas de aprender.
Mando un saludo desde aquí al hombre que en mi intimidad consideré como mi maestro. Es una de las más bellas personas que conozco, una de las personas que incluiría en mi manita. 

(Nota mental: Tengo que hablar de la manita en otra entrada).