Hay muchas maneras infalibles de perder una amistad: la ausencia es una de ellas.
Es solo otro tipo de silencio. Crudo, amargo, hábil y muy inteligente. Se mueve poco a poco y no te das cuenta de que existe hasta que ya ha logrado su objetivo. A veces es más evidente, otras se disfraza y pasa desapercibido. Abre los postigos de las ventanas y se desliza entre las rendijas, repta por la pared hasta llegar a tu tierno cuerpo. Y una vez allí, te consume lentamente.
Se encuentra en una conversación sin palabras, en una mirada perdida, en el peso del silencio entre dos personas... También en las noches sin luna.
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