Estoy muy contenta con la nueva ley antitabaco. Hoy he ido a merendar a una granja y he vuelto contentísima: mientras comía, no me tragaba el humo; al salir, no me he quedado con el olor del tabaco impregnado en la ropa; mientras respiraba, podría oler el chocolate y las pastas, y no el humo que tanto me ha molestado siempre. Sé que la mayoría de los fumadores están indignados por esta ley... Pero eso es porque las ganas de fumar les ciega: el tabaco produce cáncer y otras enfermedades, y al fumarlo en público están contaminando a otra gente. Yo, como no fumadora, siento que es indignante tener que tragarme el humo de otra persona. Por culpa de muchos tengo que respirar continuamente ese humo que sólo me hace mal. Si yo no quiero fumar, es porque quiero mi salud. Y como quiero mi salud, quiero que se respete. Que alguien fume delante mío sólo contribuye a empeorar MI salud que yo me encargo de cuidar. Si no quiero fumar, no quiero tragarme el humo de los demás. Así de simple. Por tanto, por segunda vez (ya me alegré cuando prohibieron las corridas de toros en Cataluña) me alegro muchísimo de la decisión que ha tomado el Gobierno.
Hay gente más radical que cree que debería prohibirse del todo el tabaco. No creo que eso sea lo que se tenga que hacer: que cada uno tome su decisión, que cada uno haga lo que quiera para sí mismo... Siempre que no perjudique a los demás, como en el caso del tabaco.
A todos los fumadores: Este es un buen momento para dejarlo. ¿De verdad queréis gastar dinero para empeorar vuestra salud? ¿De verdad queréis comprar vuestra propia muerte?
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